Yo recurro a ti
de manera recurrente
porque requiero alguna
cosa,
que ya quise antes pero
vino y se fue
porque no era una cosa,
aquella cosa, como cuando
tú dices “objeto” y yo
objeto: No, no, jamás:
Persona.
Era una cosa de esas abstractas
que requerimos las personas,
pero “personas” son también
las corporaciones,
que no requieren a las personas
más que como objetos, ahí sí
en el sentido de “cosas”, más aún,
de “recursos”.
Para completar el zaperoco,
también son abstractas las
corporaciones,
aunque no las necesita nadie,
sino que inventan la realidad
de su necesidad
(y luego dizque no hay seres
imaginarios),
y por abstractas son raras
personas
que no sufren ni lloran
ni se deprimen ni sienten dolor,
y entonces podrían ser usadas
como cosas…
objetuales, objetivas, objetificadas,
de abstractas dignidades
que no se duelen de nada.
Podrían ser usadas, en fin,
como ellas usan a las personas
humanas,
que tal vez por venir del humus
tenemos ánimos tan húmedos,
como húmedas nuestras
entrañas y nuestras semillas.
Pero no: Lejos de ser usadas
como cosas, las corporaciones
son veneradas como diosas,
aunque su única humedad
repose en los desechos tóxicos
y su única progenie palpable
sea el cáncer.