Dilemas posmodernos 3: Contador de historias, no escritor
Los contextualizo: Cuando, siendo un polluelo que ni veinte años contaba y cuya cabeza lucía una hermosa y larga cabellera ondulada, decidí nunca estudiar literatura ni nada que se le pareciera, mi justificación poética fue la siguiente: “Lo último que yo quiero es que me diseccionen un beso”.
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